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Foto: internet/ larepublica.pe

Yerovi: una historia de humor

El reconocido escritor satírico falleció el domingo. Será velado hoy y el martes en la Biblioteca municipal de Barranco

Publicado: hace 4 horas

Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR

Nicolás Yerovi partió hacia la eternidad el día de ayer. La noticia no dejó de sorprendernos, a pesar de saberse, por su talentosa hija Paloma, que su salud estaba resquebrajada y que una dolencia lo tenía contra las cuerdas. Ese mismo día, llamó mi atención, de curioso navegante virtual, que en las redes sociales del Ministerio de Cultura no se hiciera eco de la triste noticia. Se daba cuenta, por el contrario, de la muerte de un cantante de cumbia: respetadísimo, seguramente, no digo que no. Quise pensar, sin embargo, que la omisión obedecía a un letargo propio de algún community manager muy despistado o de escasísima cultura.

Hoy no solo la omisión permanece en las redes del Mincul, sino que me entero, por la misma Paloma, que dicho ministerio no responde las comunicaciones que la familia Yerovi ha tendido para que, como el sentido común dicta, nuestro ilustre intelectual y artista pueda recibir la despedida que merece, velándose en recinto cultural donde se hace lo propio con todas las personalidades de la cultura peruana. No quiero creer, aunque me señalen de ingenuo, que se trata de una vendetta de las máximas instancias, léase el gobierno –co-gobierno ejecutivo-parlamento, para ser precisos– por ser Yerovi un eterno crítico, mordaz y satírico, de las pulsiones más oscuras de la política y los políticos. Finalmente, será velado en la Biblioteca Municipal de Barranco, su distrito querido.

A Yerovi solo pude entrevistarlo en un par de ocasiones, en su departamento barranquino. Me hubiera gustado que dichas entrevistas se repitieran muchas veces más. Las recuerdo siempre con cariño y admiración: aquellos apuntes mordaces insuflados de ironía y sátira que solían culminar con su entrañable y estentórea carcajada. Era un tipo inteligente, culto y divertido. Muy divertido. Dueño de un humor sin medias tintas pero inteligente, en las antípodas del humor ramplón que inunda las redes sociales y el YouTube. Deleitaba, por ejemplo, con sus poemas satíricos, poemas en verso medido, muchas veces sonetos que nos hacían pensar en medio del mar de risas que provocaban.

Como todos saben, uno de sus mayores aciertos fue refundar, con nuevos aires y bríos, la publicación satírica que fundara su abuelo Leonidas Yerovi. Recuerdo la revista, en los ochenta, en casa de mis abuelos. Mi abuelo Jorge la solía comprar y esta solía pasar de mano en mano por mis tíos. Aunque era un niño, también llamaba mi atención (he sido algo precoz en mi interés por la realidad nacional). Luego dejó de circular y reapareció años más tarde, encontrándome ya universitario en la facultad de Comunicaciones.

Periodista, dramaturgo, poeta, novelista (publicó La casa de tantos (Peisa), por la que conversé con él la primera vez). Y el humor siempre sobrevolando por todos los géneros. El humor como sello de agua en su obra y en su vida; o en su vida y en su obra. En resumen, un personaje importante de nuestra cultura que merece todos los reconocimientos. Perdóneme el lugar común: vuele alto, maestro.


Escrito por

Carlos M. Sotomayor

Escritor y periodista. Ha escrito en diarios y revistas como Expreso, Correo, Dedo medio, Buen salvaje. Enseña en ISIL.


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ojos de videotape

Columna de opinión